lunes, 10 de septiembre de 2007

15. Welcome bèlle Úrsula!

17 de marzo de 2002
Me voy a ver con Hogweed, tengo diarrea; mis nervios son escabrosos. ¿Vendrá? ¡Tengo miedo! ¡Ay, por Dios! Encima tengo cara de cansada por haberme despertado temprano para venir a esta maldita facultad. Ya cinco personas me preguntaron si me pasaba algo. ¡Tengo sueño! Eso es todo. Y además que quizás sea la última vez que vea al amor de mi vida.
Así soy: extremista hasta límites insospechados. Siempre pienso que la gente me quiere abandonar o engañar o simplemente desconfía de mí. Ese “gorda, nunca me vas a perder” era el sustento con menos sentido que alguna vez me hubiese sostenido. Sabía que era una frase mentirosa para cambiar de etapa, es decir, para dejar de llorar y empezar a coger; pero, de todas maneras, era lo único que me quedaba. Esa frase era mi único sustento. Y aunque ya tenía casi un año de antigüedad, cabía perfectamente en el presente: yo no quería que me deje e iba a recordárselo si era necesario. Además, amo congelar frases. Suponía en ese entonces, o quería suponer, que frases como aquella no tenían fecha de caducidad. Y sin embargo…
Alejandro llegó. Me pasó a buscar y como cada vez que nos veíamos, me arrastró con su auto hasta el departamento de Avellaneda. No, no piensen que era aburrido o monótono, nada más lejos de eso. Estar juntos era más que un encuentro sexual para mí: era revivir mis quince años, la época cuando me creía hermosa e inteligente. Y de alguna manera estar con él era reivindicar todo lo que no había podido ser, pero que siempre fue adentro de mi cabeza. Eso era: una , azucarada venganza que no le hacía mal a nadie, excepto a mí.
Los días siguientes la facultad se convirtió en “el edificio donde Alejandro estacionó justo después de dormir conmigo”. Y las lapiceras pasaron a ser “el elemento con el que escribí la nota en la casa de Alejandro” y Cerati pasó a ser mi cantante favorito y en media hora ya sabía todas las letras de Sting.
Las cosas pierden identidad cuando él las toca, cuando él las visita, cuando él existe cerca. Mi subjetividad y mi imaginación habían hecho un pacto diabólico para volverme completamente loca. Necesitaba verlo nuevamente, pero como una droga: por el momento estaba satisfecha, no quería pedir más, no quería tener una sobredosis (ni pecar de gula, en todo caso). Eso es Alejandro: una droga. Necesito, me da. Necesito, me da. Necesito, no esta. ¿Qué hago? Necesito. ¿Y qué más? Necesito. Necesito. Abstinencia: crisis de llanto, electricidad, me muero (acto fallido: escribí “muero” en lugar de “duermo”). Aclaro, no pienso eliminar mis fallidos, que son más interesantes que mi historia y que cualquier cosa que mi consciencia pueda recordar. Entonces, mi inconsciente me dice que me muero, probablemente sea cierto. Y cuando estoy casi dentro del sarcófago (porque mínimo quiero morir y que me entierren al mejor estilo faraón egipcio) Alejandro vuelve y me da. Y me calmo y vuelvo a respirar y vuelvo a vivir.
Me da lo que necesito: un llamado, un mensaje de texto, unas palabras sin sentido o una patada en los testículos, en caso de que tuviera un par. ¿Lo que necesito? Me da lo que quiere darme sabiendo que voy a aceptar cualquier limosna que venga del Rey que le hice creer que es. Y entonces desaparece y necesito y no está y no vuelve y necesito y la abstinencia de nuevo y la electricidad y me duermo.
Los encuentros comenzaron a hacerse más continuados, ahora me quedaba a dormir en su departamento una vez por semana. Estaba de novia con un alto consumidor de drogas, me estaba drogando demasiado, pronto sobrevendría la sobredosis de Alejandro. Pero no, las cosas se siguieron dando con naturalidad. Me iba de la facultad, esperaba hasta las cuatro de la tarde, tomaba un taxi hasta nueve de julio e independencia y lo esperaba.
Más tarde pasábamos juntos la tarde, charlando, teniendo sexo, visitando paseos de compra, quién sabe qué otras cosas; cenábamos, abríamos un vino o un champagne y nos sumergíamos en los placeres terrenales. No me daba cuenta de que toda esa paz superficial era trágica adentro mío. Esa maldita manía mía de creer que todo está bien. Que porque me quedaba a dormir en su casa, él me quería. Que porque me hacía el desayuno, me quería. Que porque compartíamos la misma cama o teníamos excelente sexo, me quería. Sí, suena razonable: pero no me quería, o al menos como yo quería que me quisiera. ¿Soy clara? Sé que soy exigente pero no podía soportar ser menos que la mujer de su vida, en vistas de que él era el hombre de la mía. ¿Era?
Me mareaba a menudo, estaba de mal humor, sentía que algo estaba cambiando en mi cuerpo; no me venía. Estaba embarazada. No había tenido sexo con otra persona, el padre de mi hija era Alejandro. Al principio fueron tres días de alerta, luego una semana de oscuridad y sospechas. Después, la convicción de que estaba embarazada: horror, dolor punzante en el pecho. ¿Qué les digo a mis padres? ¿Cómo se lo digo a Alejandro? ¿Tengo que dejar la facultad? ¡Me quiero morir! Depresión. Se acrecentó mi depresión permanente: quería que sucediera algo, que ME sucediera algo, no al bebé pero sí a mí. Tenía diecisiete años, estaba empezando una carrera de periodismo y me estaba arruinando la vida con un hijo de un hombre que no me amó jamás y su hobby en la vida era infligirme dolor a diestra y siniestra. ¿Qué iba a hacer?
Como primera medida tenía que avisarle a Alejandro, pero hasta que me decidí a hacerlo, pasaron tres semanas. Mi bebé ya tenía casi un mes de vida o quizás ya incluso tenía un mes. Mi angustia había mutado en una felicidad incontenible: en la televisión me bombardeaban con publicidades de pañales y leche para bebés, y por la calle había aumentado visiblemente el número de embarazadas que se cruzaban conmigo. Estaba embarazada, era una de ellas.
Úrsula, así se llamaría. Es un nombre de princesa y Ursula era una princesa, sería tratada como una princesa y no merecía otra cosa. Ahora era el momento de hacerle entender al rey que iba a tener una heredera para su trono.

25 de abril de 2002
Mañana se define mi vida. O da un vuelvo para convertirme en una mujer feliz y con responsabilidades o el lunes próximo me despido de Alejandro para siempre. No puedo seguir comportándome así, como si tuviera la imperiosa necesidad de ser la amante de Alejandro. Cuando termine su relación con Marina lo sacaré del freezer y volveremos a vernos. O quizás hasta me olvide completamente de él. Muchas posibilidades, pero hay algo seguro: mañana se define mi vida. Hoy me llamó tres veces a mi celular, no lo atendí. Cuando yo desaparezco él me busca, es un histérico prepotente manipulador. Y yo simplemente necesitaba un tiempo a solas con mi hija.
***

Aquel 29 de abril de 2002 se terminó todo. Ocurrió tan de repente que ya no sé si fingí la alegría que ahora me oprime adentro. Yo solo sé que todo se acabó, que no hay nada más detrás del telón, la función llegó a su fin.
Ursula se fue.
Después de un mes de albergarla dentro de mí, Ursula se fue. Me dejó, me dejó mi hija. Me dejan todos. Me dejan. Cuando me levanté después de haber hecho pis y vi colorado en lugar del esperado amarillo supe lo cierto: Ursula no estaba. Ursula, te fuiste, me dejaste. Y no te culpo, hija. ¿Cómo podías venir a este mundo, cómo podías quedarte sabiendo lo que te esperaba como madre y aun peor como padre? No podías, te entiendo hija.

29 de abril de 2002
Hoy estuve con Alejandro. A eso de las tres de la tarde me pasó a buscar por la universidad y me subí a su auto. No supe si besarlo ni cómo hacerlo, así que opté por saludarlo con un frío “hola”, evitando el contacto físico. “¿Podemos quedarnos por acá?”- pregunté, porque no quería ir a su departamento. Me contestó que sí, como si no le importase ni quisiera saber por qué. Mi cara hablaba de la tristeza que me sofocaba. Había perdido a mi hija, a lo único que iba a amar más que a Alejandro.
- ¡Qué cara!
- Sí, estoy…
- ¿mal?
- mal… no, triste. Estoy triste.
- ¿Qué pasó?
- Perdí a Ursula.
- ¡¿Y estás triste por eso?!

Entendí que para él era un alivio. Él no entendió que para mí era la muerte. Entonces intenté explicarle cosas de las que hablaba mi cara. Mis facciones mostraban una tristeza honda y fácil de interpretar. Él nunca entendió que yo estuviera triste por lo de Ursula, lo cual me confirmó que es un monstruo. No voy a llorar, no lo hice antes ni lo voy a hacer ahora. No es el momento ni el lugar.
Estacionamos el auto y nos sentamos en una mesa en la vereda de un barcito. El sol daba solo sobre él, como en mis sueños, como siempre. Le hablé de Ursula con un dejo de tristeza. Insistía con una pregunta estúpida: “¿Qué hubieras hecho si…?”. No importa qué hubiera hecho. Ursula después de un mes había desaparecido de mi vida. “En caso de que la hubieses tenido, Cielo, las cosas son claras: yo podría haberte pasado plata, en caso de que la necesitaras; pero entendé que yo estoy en pareja y no voy a dejar a la mujer con quien estoy porque vos quedes embarazada. Cada uno hace su vida ¿entendés?”. Eso terminó de matarme, ahora sí: por favor, introduzcan mis dedos en el enchufe y rocíenme cianuro en polvo.
Sabía que lo que seguía iba a ser duro pero él me facilitó mucho las cosas. Me dijo que si me hacía mal verlo, a lo mejor no vernos más era la solución. Yo accedí, aliviada porque no me tocó a mí proponerlo.
-Es que sigo muy enganchada con vos
-Bueno, no quería tocar ese tema

Su café cortado ya no existía y mis cigarrillos tampoco. Mi coca cola Light quedó a medio tomar al rayo del sol, que ahora me iluminaba solo a mí. Le dije entonces que me hiciese caso y él prometió no volver a escribirme, ni llamarme, ni nada que se le pareciese. Aceptó, no le costó nada hacerlo. “Esto me duele en el alma- dije- yo sigo enamorada de vos”. Nos quedamos en silencio y él llamó al mozo con señas. Pagó y me dijo: “¿vamos?” dando por terminada la charla.
Caminamos y sentí su mirada en mi cuerpo: “cambiá esa cara por favor” me dijo. “¿Querés que ponga cara de feliz cumpleaños?”- le dije sarcástica.
Le pregunté si podía dejarme en la UCA. Respondió que sí, dio marcha al auto e hicimos todo el camino en silencio. Yo me apoyé en mi mano derecha junto al vidrio y el me pellizcó el cachete izquierdo y dijo: “cambia la cara, dale”. Yo no me inmuté: ni un gesto, ni una sonrisa, ni una respuesta. Solo una mirada perdida hacia la nada, hacia cualquier cosa excepto lo que contenía ese auto.
Cuando llegamos a la esquina de la universidad le dije: “dejame acá, me voy a quedar haciendo un par de cosas”. Eran mentiras, pero quería quedarme en el puerto y pensar, o solo quería sentirme “en casa”. “chau”- le dije, sin demasiadas vueltas. Le di un beso que en todo caso fue un roce de mejillas y abrí la puerta. Volvió a pedirme que cambiase la cara y a continuación dijo algo que no entendí, algo como: “voy a saber cómo estás” o “voy a preguntar cómo estás” o algo así. Ya no tenía importancia. El ruido de la puerta al cerrarse sonó a respuesta.
Es un monstruo: jamás me entendió ni entendió lo de Ursula.

8 de junio de 2002
¡Estoy tan desesperanzada, tan deprimida, tan sin identidad! Me propongo estudiar pero mi cabeza no procesa lo que estoy leyendo. No estoy cansada ya que dormí toda la tarde, pero algo me mantiene triste y enferma. No sé qué puede ser: con Alejandro jamás volví a hablar y ni siquiera pienso en él. Respecto de Ursula sigo pensando en ella, pero no estoy mal: supongo que ya lo superé (dos meses sin vos, hija).
Tal vez estoy triste porque no tengo vida, porque llega el fin de semana y mi mejor plan es estudiar o dormir (justo como en mi infancia). Tengo ganas de llorar y estoy supra-sensible, tan triste y deprimida como si hubiera vuelto a tener noticias de Alejandro. Ya no pienso en él y ver su departamento todos los días desde la autopista no tiene efecto en mí. La mayoría de las veces solo paso y les hago “fuck you” a los edificios erigidos imponentes ante mí. Los miro por inercia, alguna que otra vez de mí emerge un insulto como una burbuja desde el océano, pero parece perderse entre los motores de la autopista.
Soy una persona que desechó su pasado, evita tener un presente y prohíbe cualquier futuro (sin vida no se puede estar). Tengo que encontrar una causa, una estrategia, un fin. Tengo que encontrar mi “para qué”. Siempre viví por otros: Cocol, Alejandro, Ursula, pero no merezco vivir por mí, es un desperdicio. Me odio. No me tolero. Chau.

***

¿Pensaron que Alejandro iba a portarse bien? ¿Que iba a seguir mis comandos? No, ese buitre no iba a dejarme en paz. No iba a hacerlo, no puede hacerlo, no sabe cómo se hace. No puede: su naturaleza, su cuerpo, su sangre, toda su hombría grita “¡soy mal tipo!”. Eso le enseñaron, es lo que sabe hacer, es lo que, queramos o no, me gustó de él. Su obstinación, su terquedad; todo lo que para la gente son tremendos defectos son para mí las más maravillosas virtudes; porque nunca pude ser como él, aunque estaba empezando a parecerme. Aprendería a sobrevivir en la jungla, donde Alejandro era león y yo un bambi desprotegido.
No me iba a dejar tranquila: el catorce de junio me envió un email por mi cumpleaños. ¿Era tan necesario? No. Simplemente quería asegurarse de que no lo olvidase, jamás. Y sin embargo sobreviví sin responderle ese email.

16 de julio de 2002
¡¡Aprobé mi primera materia!! ¡¡Ya tengo la primera materia metida y con un ocho!!

6 de octubre de 2002
Alejandro morite de sida o de gota.

14 de noviembre de 2002 (siete meses sin Hogweed)
No quiero que se malinterprete, no estoy pensando en él. Pero… ¿me llamará para navidad? Hace tres años que lo hace, sería raro si no lo hiciera. Bueno, para mi cumpleaños me escribió… supongo que también para navidad. Supongo, no espero. Solo supongo.
Adios Ursula, te amo. Quizás en algún otro momento vuelvas a aparecer.

9 comentarios:

nadita de nada dijo...

Jajajaja ahora resulta que los avortos son asi de simples, no mamita un aborto es para no salir de casa en todo el dia por que duele mucho y sangras mucho, eso no fue un aborto, cielo. Si vas a mentir por lo menos documentate sobre las cosas.

nadita de nada dijo...

Aborto*

naci loba por que princesas sobraban dijo...

No era 'alejo'?

Zona Ganjah ~ Reggae ~ Cultura Rastafari dijo...

No estrictamente un aborto es doloroso! a veces una se entera cuando ya el bebé quizas ni siquiera está en la panza !!!

SIII ! yo pense que iba a ser alejo, pero es Alejandro el verdadero, no entiendo como le pudieron cambiar el nombre....

Unknown dijo...

fue un aborto espontaneo... a acualquiera le pasa, es normal al menos al mes d embarazo o quizas ni estuvo embarazada y ella penso q si, era solo un atraso

Unknown dijo...

“En caso de que la hubieses tenido, Cielo, las cosas son claras: yo podría haberte pasado plata, en caso de que la necesitaras; pero entendé que yo estoy en pareja y no voy a dejar a la mujer con quien estoy porque vos quedes embarazada. Cada uno hace su vida ¿entendés?”. Eso terminó de matarme.

😔😔 Que triste. :(

Unknown dijo...

“En caso de que la hubieses tenido, Cielo, las cosas son claras: yo podría haberte pasado plata, en caso de que la necesitaras; pero entendé que yo estoy en pareja y no voy a dejar a la mujer con quien estoy porque vos quedes embarazada. Cada uno hace su vida ¿entendés?”. Eso terminó de matarme.

😔😔 Que triste. :(

Unknown dijo...

Un aborto es un poco doloroso pero no de guardar reposo yo tuve uno y ni siquiera me di cuenta,bueno en realidad fue un embarazo ectopico 😭

Unknown dijo...

A mí parecer no era un bebé sino que al comer poco estaba empezando su anorexia y con ella sus consecuencias, fatiga, falta de menstruación, palidez y lo que le sacó Alejandro de la espalda también es por lo mismo.